sábado, 28 de septiembre de 2013

La roca

Caigo como una roca en un pequeño charco, viendo tan cerca de mí la superficie pero sin poder hacer nada por subir. Las gotas de lluvia rompen la tranquilidad de ese mundo superior, me calma y me desespera en partes iguales. Se ven bien pero no las siento, deseo sentirlas... Sentir algo más que esta eterna monotonía.

Ella cae, es una hermosa moneda. Tan valiosa como aparentemente inútil. Cae de algún bolsillo extraño, escapando rebelde de ese pobre iluso que no sabe lo que tuvo ni lo que perdió. A mi lado se queda, tan impasible como pueden estar una moneda y una roca en un charco cualquiera.

La lluvia sigue, nada cambia excepto que ahora me siento afortunada. Llegué gracias a una patada del destino, quizás este sea mi lugar. Pero no es el de ella, no es justo y lo sé. La veo sentirse como roca pero no lo es. ¿Cómo puedo mostrarle quién es en realidad?

El sol brilla y es como si la luz emanara de ella, mi compañera, mi moneda. Si pudiera verse como yo la veo en este momento quizás notaría lo distinta que somos, ella no es una roca y yo sí. Si los demás la vieran como yo la veo me la arrebatarían. No quiero pero sé que pasará, tarde o temprano. 

Un rayo más, contengo la respiración, alguien pasa y se va. Ya puedo respirar de nuevo. La observo y sonrío, como solo ella me hace sonreír. Justo en ese momento, sin previo aviso, la veo partir. Este charco sigue siendo el mismo y yo... Solo soy una roca más.